martes, 22 de marzo de 2011

Quizás en otra vida.

- ¿Qué sientes? ¿Qué te está ocurriendo? - Mientras que Gaster me hacía tantas preguntas, yo me quedaba pensando en qué respuesta sería mejor darle. Pero, ¿Cómo dársela si ni yo la sabía?. ¿Qué me estaba ocurriendo? ¿Qué me ocurría? Si con él me sentía cómoda, si me sentía querida, si con él siempre supe que no me faltaría nada, y menos AMOR. ¿Amor? ¿Siento amor?  Lamentablemente era mucho más que eso. Y de alguna manera comenzaba a entenderme.
- Sam, respóndeme por favor - Me dijiste sin más ganas de seguir insistiendo.
- No tengo idea de lo que me pasa Gaster. No sé cómo saberlo - Te contesté mirándote a los ojos llenos de tristezas.
- ¿Ya no me quieres? - Dijiste sin correr tu mirada que se mantenía firmemente sobre mí.
Disimulando el dolor que sentía en mi corazón intenté contestarte con la verdad.
- No es eso. Soy yo, que tengo miedo de todo. Tengo miedo de que te enamores, tengo miedo de que me empieces a amar. Tengo miedo de amarte. Miedo a no saber cómo seguir. MUCHO miedo a entregarte mi corazón. Si supieras lo que significas para mi, lo importante que llegaste a ser. Si supieras que complicada suelo ser...- Pero en vez de eso agaché la mirada y te dije:
- No, ya no siento nada.
- Sam, mirarme a los ojos y dime que ya no me quieres. Que todas esas palabras lindas que nos dijimos quedaron en el aire. Que cada beso fue en vano. Mirarme y dime que ya no los sientes en tus labios.
¿Cómo arreglar mi corazón después de esto? ¿Cómo tratar de no soltar lágrimas? ¿Cómo hacerme la superpoderosa, si en ese momento la mala del cuento comenzaba a ser yo? Pero sabía que en otros brazos, él iba a ser mucho más feliz que en los míos. Lo tenía que dejar ir, aunque costaba más que entregarle el corazón a un perro con hambre.
- No lo sé Gaster - Te afirmé con la mirada fría, esas que me salían siempre que me ponías celosa por cualquier estupidez. - Ya no siento que lo nuestro deba continuar.
- Dame tan sólo un motivo y te dejaré ir - Dijiste con voz triste. De esas voces que solemos poner cada vez que estamos lejos y que solamente nosotros escuchamos. De esas voces que suenan realmente sinceras cuando dicen "te amo".
No podía darte una razón, no podía hacerlo. Tenía muchas más para no dejarte ir, y aquí me tenías, buscando tan solo UNA, para que entendieras que yo no era tu mejor opción.
Mis lágrimas empezaban a acumularse en mis ojos y él lo notaba.
- ¿Me puedes decir qué está ocurriendo Sam? Sólo un motivo dame.
Y sabía que a la cuenta de tres, tenía que decirlo. Uno, dos, tres...
- Ya no te quiero. Ya no siento nada. Ya no te quiero ver. No quiero esos besos que me dabas, si es por mí te los devolvería todos en una bolsa para que los puedas repartir en otro corazón. No se trata de mi, no se trata de nadie. Simplemente ya no te quiero. 
Mi corazón me latía a mil por horas, tratándome de decir que esta era la última oportunidad que tenía para seguir latiendo. Pero yo no quería hacer sufrir a nadie. Y menos a ti. Y justamente ahí fue en donde me abandonó tras un suspiro que logré soltar después de haberte sido lo menos sincera posible.
Lleno de odio, colocaste las manos en tus bolsillos, me miraste a los ojos y me diste el okey para que yo saliera de tu vida.
Y aquí estoy deseando que seas feliz con alguien más. Imaginando que en otra vida te encuentro, me hago la fuerte y lucho por este amor que siento dentro mío pero que hoy he decidido callar.