Lucila se preparaba para la gran fiesta. Con su mirada en el espejo veía en el reflejo a una niña que sin pestañar, crecía de repente convirtiendose en una mujer. Con el corazón algo herido continuaba maquillandose, renegando con cada granito diminuto que se aparecía derribando aquella piel tan peculiar como la de ella. Mientras oscurecía sus grandes ojos, pensaba y se detenía a mirar que aquella niña que le temía a la oscuridad, simplemente hoy, estaba dispuesta a combatir todo miedo presente, solo para demostrar que ya no era la de antes. Ya era una mujer con una bella carrera a la cual hoy le haría frente a todas las críticas malas y buenas que podría recibir.
Al sonar el teléfono Lucila se impacientaba al darse cuenta que ya no hacía a tiempo para detenerse a responder. Agarró su bolso y salió a la puerta justo cuando Alex estacionaba su auto para recogerla. Cerrando las puertas de su casa, Lucila avanza guardando sus aríscas llaves que no lograba guardar mientras se detenía a observar a Alex, con esa mirada tan silenciosa. Con una sonrisa la tomó de la mano y le dio un beso en la mejilla. Lucila estaba sonrojada, pero agradecía el complot que había tenido con la luna, al no ilumarla tanto; Ese maldito grano no debería de verse. Ambos enstusiasmados partieron a su destino, la gran fiesta. En el camino Lucila no dejaba de ver por la ventana mientras que Alex, de a momentos la observaba sin poder creer que la belleza que admiraba realmente estaba a su lado. Lucila volteaba a mirarlo cuando él estaba consentrado en el camino, y con una sonrisa dejaba de mirar. Sonando de fondo la canción Tonight de FM static, Lucila recordaba aquella imagen que ya no estaba. Aquella mujer que si hoy la viera brillar, de seguro estaría orgullosa. Una lágrima recorría el lado derecho de su mejilla, y sin perder disimulo para no preocupar a Alex, logró detener su camino. En el momento justo en que aquella lágrima era detenida, el auto dejó de moverse. Ambos estaban listos para bajar. Lucila con su mejor sonrisa, aquella que parecía una pintura sobre su rostro la cual era una gran obra de arte como muchas que había logrado crear. Alex presentía su tristeza a travez de sus ojos. La tomó de la mano y sin pensar ni un segundo detuvo el mundo por completo.
- ¿Qué ocurre Alex? - Preguntó ella.
- No tienes porque disimular aquella lágrima que vi por el reflejo del espejo. Todo va a salir bien. Sabes que me tienes siempre. Y que por ti daría la vida.
- Para eso están los amigos Alex. Tu también podrás tenerme siempre.
Alex con los ojos brillantes, le devuelve sus palabras con una sonrisa, le suelta las manos y continúa caminando. Por un momento se detiene y vuelve a pararse frime en frente de ella.
- Mi amor por ti va más allá de una amistad. Esto es mucho más grande y quiero que lo sepas antes de cruzar esa puerta. Allí te espera tu futuro, junto a tus pinturas y todo lo que te propondás en hacer y lo quiero compartir contigo por el resto de mi vida si es posible.
Ella sonriendo emocionada, sujetándole con fuerzas las manos, lo abraza y le dice al oído:
- Mi futuro ha estado aquí todo el tiempo, al lado mio. Me ha traído hasta aquí y sé que eres tu.
Alex, con una sonrisa dibujada en el rostro, logra recobrar el aire y después de un suspiro intenta hablar sin saber qué decir mientras que Lucila, colocándole un dedo sobre sus suaves labios, le susurra en voz baja:
- Cruzaremos esta puerta juntos. Mi futuro me espera, junto a aquellos cuadros. Sé que es esta vida la que quiero seguir. Sé que es esta vida la que quiero compartir contigo cruzando este camino.
1 comentario:
Buenisimooooo, aunqe PARA MI le falto detallar unas partes.. Pero igual, mui bueno! :)
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